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Nostalgia as a Service

El futuro ya no es lo que solía ser

El mundo de la moda lo tiene claro desde siempre: todo vuelve.

La moda que fue tendencia hace algunos años se reforma para adaptarse a necesidades en concreto y lograr cierta aura de novedad, pero en general se sigue mirando hacia atrás con la esperanza de obtener respuestas creativas a la contingencia actual.

El marketing por su parte ha intercambiado constantemente sus enfoques con el fin de apelar a la emoción, porque sabe que ahí está el detonante de decisiones de compra. Nada mejor que ello que apelar a la nostalgia, incluso al mal recuerdo que pueda tener toda una generación de una época en concreto.

En memoria de los beneficios

De todas formas es bien sabido que el ser humano utiliza la memoria como un mecanismo para administrar la información relevante que recibimos constantemente, y esa gestión obviamente incurre en errores de manera sistemática, lo que se podría entender como que la memoria es un gran porcentaje de fabulación.

Por eso, la mayoría de la experiencia humana ve con una mirada edulcorada hechos pasados, lo que la transforma en nostalgia, y al ser una emoción tan potente se explota de muchas maneras.

En el mundo del espectáculo y en especial en las producciones de Hollywood o series de grandes cadenas, parecen haber entrado en un laberinto de nostalgia del que no pueden salir. Cada nueva producción es un remake, o un reboot, o una adaptación de algo que se sitúa en un imaginario anterior, o que imaginaba un futuro desde un punto de vista nostálgico.

¿Hasta cuándo puede durar esta deriva nostálgica? No hay indicios que algún estudio o productora se vaya a bajar del carro de la nostalgia para renunciar a un rédito seguro al final de un proyecto.

¿Si funciona porque cambiar? Los inversores tampoco están por la labor de aventurarse en ideas que no tengan una garantía de éxito asegurada.

Recordando como Innovar

Para el mundo de la moda las opciones parecen un poco más favorables si permiten que la tecnología influya en los materiales, procesos y distribución de sus productos. Pero en el caso del contenido y las expresiones artísticas, las tecnologías parecen estar poniendo en riesgo la creatividad.

Si un algoritmo (diseñado por un perfil en concreto, con un background y unos sesgos de creación específicos) determina lo que es un contenido “eficiente”, la creación solamente será financiada si cumple con las demandas de ese algoritmo.

Si los distintos algoritmos que impulsan a la economía de la atención continuan potenciando la nostalgia como una garantía de venta, ¿que pasará con las ideas “supuestamente” nuevas?, ¿que pasará con la auténtica innovación?, ¿podremos ver florecer esas ideas o quedarán sepultadas por una avalancha de eficiencia y beneficios a corto plazo?

El ejemplo de la nostalgia es solamente uno de tantos sesgos cognitivos que tecnológicamente hemos perfeccionado "a medida" para construir un entorno fácil de manejar y con el cual podemos ignorar millones de alternativas que se quedan fuera. Pero llegará el momento en que ya no podremos ignorarlo más, y seremos obligados a recordar que el camino de la innovación no es nunca un camino fácil, expedito, repleto de beneficios ni seguro mediante grandes inversiones.